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Acerca del libro “CUBANOS EN LA RED”

Antes de comenzar a contarles esta increíble historia, quiero dejar claro que partiré de dos premisas:

  1. Que la narraré a lo cubano. Esto quiere decir, que empezaré por cualquier parte y daré saltos hacia atrás y hacia adelante, sin mucha organización.
  2. Que, como ustedes deben saber, en Cuba existe un refrán muy popular que dice: «Los cubanos o no llegan o se pasan.»

CUBANOS EN LA RED
por Osmel Francis Turner

Por empezar por alguna parte, vamos a situarnos en el día 22 de junio de 1997, fecha en la que Hatuey Álvarez, quién será de momento nuestro personaje principal, cumplía sus 37 años. Pero antes de relatar lo que aconteció a partir de este día, haremos un breve recorrido por la vida de los personajes que participan en él, para que puedan comprender mejor los acontecimientos y se ubiquen en la posición de éstos, ya que su educación, condiciones de vida, el país donde nacieron y, en general, la manera en que fueron criados, quizás haya condicionado su forma de actuar y pensar. Así que iremos un poco atrás en el tiempo para comentar algunos detalles de sus vidas, lo que tenían en común y cuáles fueron sus relaciones antes de llegar a este momento. Hatuey era un mulato de 1,86 m. de estatura y unos 115 kilos de peso. Había nacido en la ciudad de La Habana, Cuba. Su padre, Hatuey, era abogado y mientras estudiaba la carrera, tuvo una vinculación muy activa con el proceso revolucionario, destacándose como líder estudiantil en la universidad, por lo que al triunfar la revolución en el año 1959 ostentaba el cargo de Viceministro de Transporte. Su madre, María, era doctora en Filosofía y Letras y había tenido, junto a Hatuey padre, una participación destacada en el proceso revolucionario, ya que éstos eran novios desde la universidad. Después del 59, María se había convertido en la rectora del Instituto Superior Pedagógico de La Habana. Esto había significado que Hatuey y sus dos hermanas más pequeñas, Liliana y Odalys, estudiaran siempre en escuelas experimentales dedicadas a desarrollar actitudes especiales, que también les permitieran ser dirigentes en el futuro o destacados profesionales. Cuando Hatuey comenzó el bachillerato, lo hizo en una escuela que se había inaugurado ese mismo año, llamada Escuela Vocacional Vladimir I. Lenin. Esta fue una especie de escuela experimental, que se creó en Cuba, para lograr alumnos con el máximo de conocimientos y cualidades para poder estudiar cualquier carrera universitaria. En ella, aparte de la asignaturas normales que se impartían en cualquier otra escuela, se daban otras, como música, idiomas, educación laboral, formación vocacional, y en la sección opuesta a las clases, los alumnos tenían una jornada de seis horas de trabajo. Esta variaba cada semestre, por ejemplo, un semestre podía ser en el campo, donde los alumnos iban rotando por diferentes tipos de cultivos, como tomate, pepino, ajos, cebollas, calabazas, yuca, berenjenas, habichuelas y otros, participando también en la cosecha de éstos, que a su vez servían para el autoconsumo de la propia escuela e incluso para el abastecimiento a los poblados cercanos a la misma. Todo ésto se realizaba en grandes extensiones de tierra que rodeaban la escuela, ubicada en las afueras de la ciudad de La Habana. A partir del noveno grado, la sección de trabajo se realizaba en diferentes fábricas que también se situaban en los alrededores de la escuela, como podían ser la fabrica de pilas (baterías secas), la de ordenadores, la de radiorreceptores, la de televisores, la de antenas y otras. Estas fábricas se habían montado con tecnología soviética y japonesa y, casi en su totalidad, estaban controladas por los alumnos, lo que permitía que éstos pudieran sustraer, sin que nadie se diera cuenta, una gran cantidad de piezas y componentes, por lo que pronto comenzaron a aparecer los primeros inventos y aparatos para distintos fines. En la Lenin, que era como llamaban a la escuela, estudiaban cinco mil alumnos, desde el grado séptimo hasta el doce, los cuales estaban becados, es decir, que entraban a la escuela el domingo por la noche y no salían hasta el sábado al mediodía. Así que ya pueden imaginarse todo lo que podía ocurrir entre tantos muchachos, que pasaban más tiempo juntos en la escuela, que con sus familiares y amigos de la infancia. Hatuey, en la Lenin, se había destacado por sus numerosos actos de indisciplina, como dejar de ir a las clases, al trabajo, a las dos horas de estudio individual obligatorio que tenían todas las noches, de 8 a 10 P.M., para irse con su novia o escaparse de la escuela, lo que le había llevado a varios consejos disciplinarios. Por lo que al empezar el curso del grado once, a pesar de tener buenos resultados académicos y haberse destacado como deportista en natación y baloncesto, cuando fue a mirar las listas de inicio de curso, no se encontró en las mismas, sino que aparecía en un grupo que no tenía número, donde estaban todos los casos pendientes de confirmar la matrícula, o sea, eran alumnos que podían comenzar el curso, pero sus matrículas aún no eran oficiales. A este grupo, el resto de alumnos de la escuela los llamaban, los no alineados, debido a que ese año se celebraba en Cuba, la VI Cumbre de Países No Alineados. En este grupo también estaban otros dos personajes de nuestra historia. Uno de ellos era René Salgado, que a pesar de no tener como Hatuey, padres dirigentes, había logrado entrar en la escuela, por sus destacados resultados académicos. Este era hijo único y huérfano de padre, y su madre, que era costurera, lo había criado con muchos sacrificios, era de piel blanca, un poco más alto que Hatuey y también se había destacado como deportista, sobre todo en baloncesto, formando parte junto con Hatuey del equipo que representaba a la escuela, por lo que se habían hecho íntimos amigos. Aunque existían algunas diferencias entre ellos, debido a que los sábados por la noche cuando asistían a las fiestas, Hatuey siempre estrenaba ropa y zapatos de marca traídos del extranjero, mientras René, siempre asistía con la ropa que le hacía su madre, que a pesar de estar muy bien confeccionada no era de la marca que estaba de moda entre los muchachos, por lo que se sentía más cómodo en la escuela donde todos los alumnos iban de uniforme. Estaba entre los no alineados, porque al finalizar décimo grado, lo habían descubierto con un amplificador de señales, que había construído para poder ver los canales de televisión norteamericana. Así que, aparte del hurto de los componentes, tenía en su expediente un delito mucho más grave en aquel tiempo: «Diversionismo Ideológico». El tercer personaje era Ambrosio Jiménez, pero todos lo conocían como Peteco. Su padre era Ministro de Comercio Exterior y su madre, profesora de Literatura Inglesa en la Universidad de La Habana. El padre de Peteco y el de Hatuey habían nacido en la provincia de Guantánamo, estudiaron juntos la misma carrera en la universidad, y ahora se veían con frecuencia por los continuos consejos disciplinarios de sus hijos. Peteco también había nacido en junio de 1960, pero un día antes que Hatuey, y también tenía dos hermanas menores Acacia y Begoña, que al igual que las de Hatuey, estudiaban en la escuela en grados inferiores. Peteco era de piel blanca, un poco más bajo que Hatuey, con el pelo muy rizado y tenía una forma muy extraña de caminar, con los pies abiertos, los brazos separados del cuerpo y el abdomen echado hacia delante, como el que va muy seguro por la vida. En la escuela, además de por el rumor de que tenía el órgano sexual exageradamente grande, se había hecho famoso porque era un tipo muy ingenioso, siempre estaba estudiando las últimas novedades de la ciencia o cualquier fenómeno en el que normalmente no reparaban el resto de los alumnos, por lo que se convirtió en un incordio para los profesores. Sin embargo, faltaba bastante a las clases y al trabajo y sus problemas disciplinarios habían sido tan reiterados, que lo hicieron visitar al psicólogo y luego también al psiquiatra de la escuela, llegando éste último a la conclusión de que era medio esquizofrénico, lo que le hizo más famoso aún dentro del alumnado. Peteco había protagonizado varios acontecimientos que luego trascendieron, incluso a la vida de toda la sociedad cubana. Les voy a exponer algunos ejemplos: La zona donde se encontraban las piscinas olímpicas y el tanque de clavado (piscina con trampolines para saltos), estaba rodeada por una hermosa área verde, que atendía el celador de las piscinas, al que llamaban Olivito, ya que siempre estaba vestido con un uniforme verde oliva, incluyendo, su gorra. Olivito sentía una cierta aversión hacia los alumnos, a los que consideraba como un montón de listillos que siempre trataban de ponerlo en ridículo. Este era un hombre de muy bajo nivel cultural, yo diría que casi analfabeto, y estaba siempre con una agenda bajo el brazo, vigilando que nadie cruzara por el bien cuidado césped, cosa que era muy frecuente, ya que era el camino más corto para ir de los albergues al área docente. Cada vez que cogía a alguien en el caminito que ya estaba marcado en el césped, le ponía un reporte (voz inglesa report : informe) en la libreta de disciplina que tenía cada alumno, y al irse sumando éstos, podía llevar a que se perdiera el pase de fin de semana. Aunque la mayoría de las veces los alumnos fingían haber olvidado la libreta disciplinaria, entonces Olivito los apuntaba en su agenda, la cual llevaba después a la subdirección encargada de disciplina. En la ocasión que les cuento, había un grupo de muchachos parados al final del camino, para divertirse observando a ver quién se atrevía a cruzarlo, ya que Olivito estaba al acecho. Apareció Peteco y cruzó el camino como perro por su casa, al detenerlo, Olivito le dijo: -Eres un falta de respeto, porque a pesar de haberme visto, atravesaste el área verde. Peteco contestó: -Yo atravesé porque Pitágoras dice que la suma de los cuadrados de los catetos, es igual al cuadrado de la hipotenusa. Olivito se enfadó mucho y le contestó: -Pues tú, los catetos, los cuadrados, la hipotenusa y todas esas gentes, van a ir conmigo a la dirección. Esto provocó la risa de cuantos lo oyeron y luego se lo fueron contando a otros, hasta que se enteró toda la escuela, y claro, cuando salieron de pase los alumnos, también se lo contaron a sus padres y al resto de sus amigos. Otro día, estando en la preparación militar, que en la Lenin se impartía durante dos horas a la semana a los varones, estaban formados los sesenta muchachos que asistían a esta clase en una de las canchas de baloncesto. Ese día Dedito, que era como llamaban al instructor, que era un Mayor del ejército con muchos méritos militares, pero con poca cultura, y que, además tenía las manos muy grandes y sus dedos muy gruesos, lo que le valió el apodo. Estaba dando una clase de marcha y giros militares muy aburrida y, como es lógico en estos casos, los muchachos siempre buscaban toda clase de pretextos para escabullirse de esas dos horas al sol. Ya Dedito había oído todas las excusas habidas y por haber, ya que le daba clase a todos los alumnos de la escuela. Ese día Peteco, con su cara muy dura, pidió permiso para ir a tomar H20, Dedito se quedó pensativo y luego de meditarlo un poco le contestó : -Bueno, si es cuestión de medicinas, vaya… Peteco que era el mejor amigo de Hatuey, a pesar de su inteligencia, tenía grandes problemas de adaptación y casi nunca asistía a las fiestas de los fines de semana, ya que no sabía los bailes de moda, ni se interesaba mucho por la actualidad musical y, Hatuey en estos aspectos era un experto, por lo que gozaba de gran popularidad en la escuela. Una vez terminado el bachillerato Peteco estudió Cibernética, en la Universidad de La Habana, donde se le consideraba como un genio, así que lo enviaron a doctorarse a la entonces República Democrática Alemana. Al regresar a Cuba lo pusieron a trabajar en un grupo de investigaciones de la Academia de Ciencias, donde creó varios programas informáticos para la medicina, la biotecnología, etc. Aunque siguió con su habitual indisciplina. René por su parte, estudió Ingeniería Electrónica en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (CUJAE), donde terminó con notas sobresalientes y comenzó a trabajar en el grupo de desarrollo del Ministerio de la Industria Básica, donde realizó innumerables inventos en el campo de la electrónica, a pesar de la falta de información y la escasez de recursos que había en Cuba. Por su parte, Hatuey comenzó a estudiar, también en la CUJAE, Ingeniería Mecánica, pero inconcebiblemente, por problemas de disciplina, tuvo que abandonar la carrera en quinto año. Luego realizó varios trabajos dentro del campo de la mecánica, pasando después a dar clases como maestro de enseñanza media. De aquí pasó al mundo de la cultura, participando en el proyecto de una especie de comunidades artísticas que se hicieron en la región oriental del país, terminando como representante de una orquesta de música salsa. Esta orquesta al ser una de las mejores de Cuba lo llevó a realizar numerosos viajes por el extranjero. En uno de sus diversos viajes por Europa conoció a Yaiza y cuando pasó de nuevo por su isla, se casó con ella. Yaiza, había nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en enero de 1957, era una hermosa mujer rubia de ojos azules, de 1.85 m. de estatura, tenía seis hermanas, tres mayores que ella, su padre se llamaba Carmelo y era cocinero de profesión, y su madre, Francisca, a la que todos llamaban Paquita, tenía un bazar donde además, se sellaban boletos de lotería. Yaiza, a diferencia de los otros tres personajes anteriores, que eran completamente ateos, había estudiado en un colegio de monjas, llamado Las Dominicas y luego estudió administrativo. Después de graduarse, comenzó a trabajar en la Empresa Eléctrica de Canarias (UNELCO). Había enviudado muy joven de su primer matrimonio, en el que sufrió mucho, ya que su esposo era alcohólico. Durante los diez años que estuvo casada, vivió un inmenso calvario, por lo que cuando conoció a Hatuey, su vida cambió por completo y, quizás por ésto, le permitió a realizar innumerables proyectos, pero que por los escasos conocimientos de la economía del capitalismo de éste, aunque al principio todas sus ideas parecían muy buenas, acabaron dilapidando el pequeño capital que Yaiza había logrado acumular en sus años de trabajo, terminando por llenarse de deudas, después de pedir varios préstamos para pagar sus continuos viajes a Cuba. En febrero del 94 tuvieron una niña preciosa, una mulatica a la que llamaron Liliana, y que llenó sus vidas de alegría y en junio del 95 viajaron los tres a Cuba, dándole una gran alegría a los padres de Hatuey, ya que era su primera nieta y aún no la conocían. En este viaje, Hatuey coincidió con Peteco, al que no había visto desde hacía tres años, cuando se fué a vivir a Canarias. Así que se lo llevó a casa de sus padres, donde conoció a Yaiza y a la niña, y luego se pusieron al día de lo que había acontecido en la vida de cada uno, en los años en que habían dejado de verse. Peteco en ese momento, ya se había convertido en un tipo muy conflictivo en la Academia de Ciencias. Ahora llevaba una copiosa barba que le llegaba hasta el abdomen, además, siempre iba vestido con un pantalón vaquero muy gastado, una camiseta bastante estropeada y unas botas rusas de caña alta, vestimenta ésta que chocaba con la de sus colegas de la academia que siempre iban impecables. Todo ésto había llevado a que el jefe de Peteco hubiera estado varias veces a punto de echarlo del trabajo, pero por órdenes de sus superiores, lo que hicieron fue darle un local fuera de la academia con todos los aparatos habidos y por haber, para que éste desarrollara allí, solo, sus proyectos científicos, ya que había sacado más de una vez de apuros a varias empresas cubanas con sus programas en el campo de la informática. A este local se llevó Peteco a su amigo Hatuey al día siguiente, y le explicó varios de los proyectos en los que estaba trabajando. Le empezó a hablar de Internet, de la fibra óptica y de las grandes posibilidades que abría la informática para el futuro de las comunicaciones en el mundo. También le hizo una amplia exposición sobre una rara teoría que había desarrollado sobre la relatividad del tiempo, que en general hablaba sobre una especie de manchas del pasado que, según él, quedaban al transmitir información a muy altas velocidades. Hatuey, por su parte, aunque salió de allí con dolor de cabeza al tratar de seguirle la pista a todo lo que le decía Peteco, se dió cuenta en ese momento, de todo el tiempo que había perdido sin estudiar nada sobre este mundo con tantas proyecciones. Así que nada más llegar a Canarias, se matriculó en un curso de Diseño Asistido por Ordenador, que daba gratuitamente el Gobierno para los desempleados, y a partir de este momento, comenzó a hacerle la vida imposible a Yaiza, insistiendo en la necesidad que tenía de comprarse un ordenador, pero claro, eran ya tantas las deudas que habían acumulado, que el salario de Yaiza después de pagar éstas y sus intereses cada mes, ya sólo daba para cubrir los gastos que ocasionaba la niña. En febrero del 97, UNELCO le facilitó un préstamo a largo plazo sin intereses a sus trabajadores para que se compraran un ordenador personal, y Yaiza aprovechó para adquirir el más potente que había en ese momento en el mercado. También había adquirido junto con el ordenador, una cámara digital para videoconferencia, aunque Hatuey casi no la había podido utilizar, ya que la mayoría de la gente con la que se comunicaba no la tenía, pero su mayor anhelo era comunicarse con algún particular que viviera en Cuba, pero en ésta, sólo tenían acceso a Internet las empresas del Estado, a las que había escrito en innumerables ocasiones a través del correo electrónico, pero ninguna le contestaba. A partir de este momento, Hatuey, que ya había realizado tres cursos, todos relacionados con la informática, a partir de este momento, en vez de ponerse a buscar trabajo, se encerró en la casa con el ordenador y se pasaba todo el día enganchado a Internet, lo que empezó a preocupar a Yaiza, ya que era una nueva forma de gastar el poco dinero con que contaban. En mayo, en UNELCO se instaló la fibra óptica y como el apartamento de Yaiza estaba en el mismo edificio, justo encima de la oficina donde ella trabajaba, Hatuey se las ingenió para que también se la instalaran en su casa, para poder navegar más rápidamente por Internet. A partir de este momento se pasaba los días conversando con los cubanos que había regados por el mundo entero a través de conferencias en Internet. Este mes iba a ser fatídico para Yaiza y Hatuey: la primera tragedia ocurrió en una ocasión en la que Hatuey se agachaba a recoger una pelota mientras jugaba con la niña en su habitación. Yaiza que estaba sentada en la esquina de la cama arreglando un vestido, no se percató de la acción de éste y al tener la tijera abierta en su mano con una punta hacia arriba, sin querer se la clavó en el ojo a Hatuey vaciándoselo, por lo que tuvieron que ponerle un ojo artificial. Este trágico suceso dejó también traumatizada a la niña que lo había presenciado todo y a Hatuey que no se acostumbraba a verse el ojo artificial y prefería andar siempre con un parche que cambiaba por completo su aspecto que siempre había sido a pesar de sus problemas, el de una persona muy alegre. Una semana después de este accidente del que Yaiza no podía dejar de sentirse culpable, ésta perdió a su madre a la que estaba muy unida, por desobedecer a su médico que le había indicado tres meses atrás que tenía que operarse de unos trombos que le habían aparecido en las piernas. De ésto también se culpaba Yaiza que era con quien siempre hablaba el médico, ya que era la única persona a quien la madre hacía un poco de caso. A partir de este momento iba a ser difícil ver a Hatuey sonriendo y cantando sones cubanos, como solía hacer antes cuando se ponía contento. Esto lo notaba también la niña que estaba muy apegada a él, por lo que Yaiza que era la más fuerte de la familia, se dispuso a prepararle una sorpresa para el día de su cumpleaños. Ahora vamos a ubicarnos nuevamente al principio, el 22 de junio de 1997. Yaiza, después de felicitar a su esposo por su cumpleaños, estaba preparando frijoles, arroz blanco, plátanos a puñetazo (tostones) y otros platos de la cocina criolla cubana, porque había invitado a un cubano que estaba haciendo prácticas en su empresa, producto de un convenio que había suscrito ésta con la Empresa Eléctrica de Cuba. Para sorpresa de Hatuey y de la propia Yaiza, que no esperaba que se conocieran, el invitado no era otro que René, que al ver a Hatuey, inmediatamente lo abrazó provocando las lágrimas de éste, ya que hacía dos años que no iba a Cuba, y apenas había hablado por teléfono con su familia debido a la mala situación económica por la que pasaban. Después, los dos comenzaron a recordar todos los momentos que habían pasado juntos en la Lenin. Esto también constituyó una gran alegría para Yaiza, que estaba preocupada por la nostalgia que Hatuey sentía cada vez que llegaba su cumpleaños y no lo compartía con algún cubano. Como salió el tema del ojo de Hatuey, René también expuso su tragedia, que consistía en que cinco meses atrás habían entrado en su casa a robar mientras él se encontraba de viaje de trabajo en otra provincia, su mujer que estaba embarazada de seis meses, se había quedado sola porque su madre, que era quien le hacía compañía en ausencia de René, había ido a comprarle una medicina a la farmacia, y por el susto que recibió al ver a los ladrones, abortó y como demoró bastante en regresar su madre de la farmacia por la cola que tuvo que hacer, ésta había muerto desangrada. El estaba aún deshecho ya que creía que no debía haberse separado de ella por su trabajo. Por fin, los tres se pusieron a almorzar celebrando el buen punto de la comida que había preparado Yaiza, ya que René llevaba casi un mes sin probar la comida criolla que tanto le gustaba. Especialmente, la pata de cerdo y la yuca con mojo que Yaiza había preparado. Cuando terminaron de comer, mientras tomaban cerveza, René y Hatuey, empezaron a contarse lo que había sido de sus vidas en esos diez años que no se habían visto. Luego abrieron una botella de Habana Club siete años y se pusieron a hablar de la situación actual de Cuba, coincidiendo ambos en casi todos los criterios, a pesar de vivir en condiciones tan diferentes. A los cuatro, incluyendo a Liliana que casi ni hablaba pero no le quitaba ojo al cubano, les estaba resultando una velada muy agradable y como René, durante su exposición, había hablado varias veces de Internet, recalcando que nunca había tenido acceso a ella, Hatuey le dijo: -Ahora te voy a dejar entrar a Internet durante 5 horas para que disfrutes. René que se puso muy contento, agregó: -No hace falta tanto tiempo, porque sé que cuesta dinero y tú no estás en condiciones de estar gastando. Hatuey le contestó: – Hoy es mi cumpleaños, así que no me digas lo que no puedo hacer… René no siguió discutiendo, y después de que Hatuey realizara la conexión, se sentó frente al ordenador y siguiendo las instrucciones de éste, que le indicó algunos lugares interesantes, comenzó a navegar. Cuando ya llevaba media hora y sólo había podido abrir un par de páginas, le comentó a Hatuey: -Pero qué lento es este aparato… Replicó Hatuey : -¡Eh! Que ésta es una de las máquinas más potentes que hay en el mercado… No chico, no es la máquina, sino que yo cometí el error, al inscribirme, de darme de alta a través de un servidor que tiene muchos clientes y comparte el tiempo de conexión con todos y claro, en un principio me ahorre dinero, pero a la larga me he dado cuenta que me está saliendo más caro por la cantidad de horas que tengo que estar conectado. -¿Y no puedes cambiar la suscripción?, preguntó René. -Sí, pero en estos momentos no tengo el dinero necesario para hacerlo. Quizás, tú que sabes inglés, puedas encontrar en Internet algún acelerador que me facilite un poco las cosas, hasta que pueda cambiar la suscripción. En ese momento, René le dio la vuelta a la silla y se dirigió a Hatuey diciéndole: – ¿Sabes?, hablando de acelerador, el año pasado en Cuba, yo participé con un grupo de ingenieros del ejército, en el desarrollo de un acelerador de partículas para enviar una gran cantidad de información en forma de láser a un satélite de comunicaciones y luego en mi casa, me pasé cerca de seis meses perfeccionándolo y cuando lo tuve listo nunca pude comprobar si funcionaba, porque el ejército le dijo a mi jefe que habían cancelado el proyecto y mi empresa tampoco aprobó que se realizara, ya que según ellos, estaba fuera del perfil de trabajo y además los componentes que yo pedía eran muy caros. -Pero, ¿el que hiciste para el ejército, funcionó? -Pues no lo sé, pero al parecer sí, porque hace dos meses me regalaron un coche, diciéndome que era un estímulo por todo mi trabajo realizado y realmente, aparte de ese trabajo, no creo que haya hecho más nada en los últimos años que me hiciera destacarme por encima del resto de los ingenieros de la empresa. Pero sé, que si mi teoría funciona, este aparato valdría mucho dinero en el mercado internacional. -¿Y tienes aquí los planos de ese aparato? : Preguntó Hatuey. Y a eso contesto René: -Pues como estamos en confianza, te diré que sí, porque al salir de Cuba después de la pérdida de mi mujer y mi futuro hijo, por primera vez pasó por mi cabeza que si encontraba algún comprador para mi acelerador, me quedaría a probar fortuna en el capitalismo y si no, por lo menos, me serviría de carta de presentación para conseguir trabajo, incluso ya lo había hablado con mi madre que es lo único que en estos momentos me ata a Cuba. -¿Y cuánto cuestan los componentes que necesitas para fabricarlo? : Preguntó Hatuey. -Pues yo calculo que como unos 2.500 dólares. En ese momento Hatuey miró a Yaiza que también estaba escuchando y antes de que él continuara hablando ella dijo: -Yo sé lo que está pasando por tu cabeza… y olvídate de eso. Interrumpió René diciendo: -Caballeros, yo no quiero provocar ningún problema entre ustedes. Además, en UNELCO me han tratado tan bien que ya había desistido de la idea de quedarme, porque me han propuesto regresar el año próximo a hacer un master de seis meses. -¿Que probabilidad hay de que este aparato funcione?, volvió a preguntar Hatuey. -Pues no lo sé, porque tendría que hacerle algunas modificaciones, ya que estaba concebido para transmitir luz a través del aire y no pulsos o tonos a través de un cable telefónico, pero digamos que un cincuenta por ciento de probabilidades. -¡Ah!, dijo Hatuey; se me había olvidado decirte que mi línea telefónica es de fibra óptica. -¿Si?, exclamó René; entonces será mucho más sencilla la modificación que tendré que hacer, así que las probabilidades de éxito serían de al menos un ochenta y cinco por ciento. -Suficiente para mí, dijo Hatuey, y Yaiza se llevó las manos a la cabeza, porque ya sabía lo que venía a continuación. Hatuey la miró con su único ojito y le dijo: -Mi cielo, hoy es mi cumpleaños, ésta asintió con la cabeza, se acerco a él, le dio un beso y luego le dijo: -Haz lo que quieras, pero recuerda en que situación estamos, y no te olvides que tenemos una niña pequeña. -Precisamente, dijo Hatuey, ésta puede ser la forma de salir de todas nuestras deudas. Interrumpió René diciendo: -Señores, yo no tengo dinero, pero si ustedes consiguen los componentes yo pongo todos mis conocimientos y si el aparato al final funciona, ustedes pueden venderlo a cualquier empresa de comunicaciones, yo sólo necesito el dinero suficiente para que mi madre dé un viaje al extranjero, que ha sido el sueño de toda su vida, así que el resto pueden utilizarlo para resolver sus problemas. -¡Qué dices!, dijo Yaiza, si ésto da dinero lo repartimos a partes iguales. Entonces Hatuey sonrió, ya que ésto significaba que Yaiza estaba de acuerdo con esta nueva aventura, y él ya estaba entusiasmado porque sabía que ella tenía una tarjeta de crédito que guardaba para una emergencia, con 500.000 pesetas disponibles. Así que René se marchó a su hotel, se puso a hacer las modificaciones pertinentes en el esquema del aparato, y el lunes siguiente le llevó a Yaiza a la oficina, un listado con todos los componentes que necesitaba y un esquema para hacer la tarjeta donde iban montados éstos. Yaiza llamó a un amigo que trabajaba en una empresa de suministro de componentes electrónicos y le pasó un fax con el listado y el esquema. Más tarde éste la llamó para decirle que no había ningún problema en conseguirle los componentes de la lista, pero que algunos eran un poco caros, y en total le iba a salir sobre las 400.000 pesetas, incluyendo la placa. Yaiza preguntó si podía pagarlo con tarjeta de crédito, a lo que éste respondió afirmativamente, ofreciéndole además el taller que tenía en su casa, ya que Yaiza le había explicado muy por encima para lo que era. Dos días después, René fue al taller y montó todos los elementos. Tras comprobarlos se llevó allí el ordenador de Hatuey y montó la tarjeta, aunque no pudo saber si funcionaba, ya que no podía desde allí acceder a Internet como necesitaba, por haber diseñado el aparato para ser utilizado con fibra óptica, por lo que decidió esperar hasta el domingo, para comprobar los tres juntos, la eficacia de su invento. El domingo, Yaiza, desde muy temprano ya estaba preparando otra comida criolla, esta vez se trataba de arroz congris (moros y cristianos), picadillo a la habanera, y mariquitas (plátanos verdes, cortados en láminas finitas y luego fritos) con una buena ensalada. Sobre las once de la mañana llegó René con el ordenador, lo instalaron y tuvieron una pequeña discusión sobre quién se sentaba frente a él para encenderlo, ya que estaban como niños el día de reyes esperando los regalos, incluída Yaiza. Por fin, fue René el que se sentó, ya que tenía que configurar de nuevo la conexión a Internet por la nueva tarjeta que había incorporado. Cuando lograron acceder, para sorpresa de todos, las páginas se abrían instantáneamente. No daban crédito a lo que estaba sucediendo, después de unos minutos, René se levantó y se abrazaron los tres, y Hatuey le dijo a René: -Eres un genio, creo que ya nuestras vidas han cambiado, porque vamos a ser muy ricos. En eso, Yaiza se sentó delante del ordenador e hizo clic en la ventana de correo electrónico y gritó: -¡Eh! Miren ésto. Habían entrado más de 7.000 mensajes. René no podía hallarle explicación a lo que estaba sucediendo, mientras Hatuey dijo: -¿Esto no será producto de la combinación de tu tarjeta con la fibra óptica? Y René respondió: -Mi acelerador está alcanzando una optimización que yo no había calculado, pero lo que no sé es ¿por qué nos han mandado tantos mensajes si no le hemos escrito a nadie ?. Entonces Yaiza dijo: -¿Porqué no leemos uno de ellos? Y abrieron uno de los múltiples mensajes que había de Microsoft. No pudieron ni leerlo porque comenzaron a abrirse sucesivas ventanas a mucha velocidad, hasta que apareció un mensaje que decía: «que el programa iba a cerrarse por falta de espacio en el disco duro», y acto seguido se apagó solo el ordenador, entonces René le preguntó a Hatuey: -¿Pero tu disco nos es de 2 Gigas? -Sí, contestó Hatuey. -Entonces estamos en presencia de una revolución del mundo de la informática. -Lo que estamos es en presencia de un montón de dinero, replicó Hatuey. René encendió de nuevo el ordenador y comenzó a borrar todos los archivos y programas del disco duro, dejando sólo el sistema operativo y los programas necesarios para poder acceder a Internet, cuando Hatuey le dijo: -Oye, ¿porqué no probamos la videoconferencia? y sacó de un cajón el disquete para configurar ésta. René lo introdujo en la disquetera y nada más instalarlo, el ordenador accedió solo a Internet y mostró una lista que tenía más de cien mil direcciones de clientes conectados con videoconferencia. Comenzaron a examinar ésta y encontraron una dirección que les llamó la atención porque decía: «???Academia de Ciencias de Cuba», que se diferenciaba de las demás, ya que normalmente comenzaban con un nombre seguido del símbolo de @. Los tres se miraron y, casi al mismo tiempo, dijeron: -¿Vamos a entrar aquí? Entonces René se levantó y le dijo a Hatuey que se sentara, poniéndose él fuera del campo visual de la cámara, para que no lo viera el interlocutor que saliera en Cuba. Al hacer clic sobre la dirección, pasó una cosa bastante rara, ya que por unos instantes la pantalla empezó a cambiar de colores, luego se quedó como si se hubiera apagado y después de un gran destello, apareció la imagen, nada menos, que de Peteco. Yaiza y Hatuey gritaron a la vez: -¡Peteco! Mientras Peteco dijo: -¡Hatuey!, no es posible. En eso se incorporó René, al que Peteco también reconoció y un poco más tarde se sumó la niña, que por los gritos de los mayores se emocionó y comenzó a gritar mientras se hacía espacio frente a la pantalla: -Papá, papá, yo también quiero salir en la foto. Después de calmarse un poco la algarabía que se había formado al tratar de hablar todos a la vez, sobre todo la niña, que era la que más gritaba, Peteco saludó a Yaiza y a René y le preguntó a Hatuey el por qué de su ojo tapado. Después de éste contarle lo del accidente, Peteco dijo: -Un momento, aquí hay algo que no cuadra, tú dices que eso te ocurrió hace un mes, pero cuando yo te ví hace quince días no tenías nada, además, si ésa es tu hija, es imposible que haya crecido tanto, porque cuando yo la ví apenas sabía decir tres o cuatro palabras. Después de oír ésto, los tres se miraron y tras un momento de silencio, Hatuey le dijo a Peteco: -Oye, la última vez que nos vimos fue hace dos años cuando fuimos Yaiza y yo a Cuba. -Tú me perdonas, dijo Peteco, pero aún no estoy tan loco… y señalando hacia la cámara, con un bolígrafo de promoción de UNELCO, continuó diciendo: -Mira, todavía estoy usando este bolígrafo que me regaló tu esposa hace quince días. Hatuey, con expresión de seriedad en su rostro, le preguntó: -Peteco, ¿qué día es hoy? Peteco hizo un gesto como si estuviera moviendo el ratón y después de, al parecer, mirar la parte inferior de la pantalla de su ordenador, dijo: -Hoy es día 29 de junio Hatuey, que ya estaba bastante emocionado, hizo un gesto como de alivio expulsando aire por la boca, cuando tomó la palabra René y dijo: -Peteco, ¿29 de junio de que año? -Pues de 1995, por supuesto. Entonces los tres se volvieron a mirar muy sorprendidos y Hatuey se levantó, se fué a otra habitación de la que se trajo el periódico, lo puso frente a la cámara y dijo: -Peteco, hoy es 29 de junio de 1997. Peteco hizo lo propio con el periódico de Cuba y todos pudieron comprobar que él se encontraba en el mismo día, pero dos años atrás. Entonces, a excepción de la niña, todos quedaron inmóviles por unos instantes, de tantos pensamientos que pasaron por sus cabezas, el primero en reaccionar fue Hatuey, que se fue a las últimas páginas del periódico que tenía en sus manos y le dijo a Peteco: -Antes que nada, anota estos números. Y comenzó a dictarle todas las combinaciones de números, ganadoras de los premios máximos de la semana anterior; luego le pidió a Yaiza que fuera al bazar de la madre, que ahora llevaba una de sus hermanas y estaba a unas pocas cuadras de allí y le pidiera todas las combinaciones ganadoras desde junio del 95 hasta esa fecha, mientras Peteco dijo: -Desde anoche, estoy aquí en la oficina porque me trajeron este equipo para videoconferencia y después de instalarlo, no podía comunicarme con nadie, porque aquí en Cuba, aún no tenemos acceso a Internet. Entonces leyendo un artículo en una revista española que hablaba sobre Infovía, como ponía el número, hice una llamada internacional al 055 de España y cuando se estableció la comunicación me salieron ustedes. ¿Tienen alguna idea de cómo ha ocurrido ésto?. Respondió Hatuey: -Sí, se debe a un acelerador que ha inventado René y que estábamos probando en el momento en que tú conectabas. Y creo que gracias a esta conexión, nos vamos a hacer muy ricos en el pasado, lo que me imagino que repercutirá en nuestro presente. En eso interrumpió René y dijo: -Peteco, mi hermano, me tienes que hacer un favor muy grande que te agradeceré toda mi vida, necesito que me llames a este número que es el de mi casa en Cuba y me digas que en el mes de febrero de 1997, cuando me manden a hacer el trabajo de Moa no vaya, porque sino ese día va a morir mi mujer y mi futuro hijo, por culpa de unos ladrones que van a entrar en mi casa. En eso dijo Hatuey: -Pues mira, a mí también vas a tener que avisarme lo del accidente del ojo, que me tiene mi vida tan amargada. En eso interrumpió Peteco y dijo: -Yo haré lo que ustedes quieran, pero les advierto que he estudiado bastantes teorías sobre el tema del tiempo, y en lo único que todas coinciden, es que cuando se altera algún acontecimiento ya ocurrido, se crea un mundo paralelo que ya no vuelve a coincidir jamás con el ya vivido anteriormente. Después de oír esto, Hatuey y René se quedaron pensando, en lo que llegó Yaiza con todas las listas de combinaciones ganadoras, que empezaron a dictarle a Peteco. Cuando terminaron de dictarle la primera página, Peteco vio que habían pasado quince minutos y que sólo iban por el mes de agosto del 95 y dijo: -Caballeros, recuerden que estoy en Cuba en medio del periodo especial y en cualquier momento se puede ir la luz. -Por cierto, ¿en el 97 todavía hay periodo especial? -Sí, dijo René, pero las cosas ya han mejorado mucho, se han permitido los pequeños negocios por cuenta propia, los cubanos que se han quedado fuera, ya pueden ir a Cuba de turismo, el Papa va a visitarnos el próximo año y hasta hay propaganda en el periódico Granma, pero se mantiene lo de «Socialismo o Muerte» y si no me equivoco aún te quedan los 3 o 4 meses más duros. -¿Y ya la gente tiene acceso a Internet? -Bueno, sólo algunas empresas tienen correo electrónico, pero los particulares ni eso. En eso interrumpió Hatuey, que dijo: -Caballeros, dejen la muela y vamos a concentrarnos en los números, que son los que van a asegurarnos el futuro, o quizás debía decir el pasado. Por cierto Peteco, si mal no recuerdo, cuando fuí a tu oficina tú tenías una cámara de vídeo. -Sí, es verdad, dijo Peteco, y se fué a uno de los armarios, sacó la cámara junto con un trípode donde la montó y enfocó la pantalla del ordenador, le colocó una cinta nueva y la puso a grabar, luego le fue indicando a Hatuey la posición en la que tenían que poner las hojas con las combinaciones, para que éstas salieran en la pantalla completa y fueran más fáciles de leer. Así fueron pasando las hojas una a una, mientras Peteco que ahora sólo tenía que vigilar que no se fueran de foco, preguntó: -¿Hatuey, tienes alguna idea de que ha pasado conmigo en el 97? -No, pero si quieres me das el número de teléfono de tu casa y te lo digo en un momento. Después de Peteco darle el número, éste dejó a Yaiza que siguiera pasando las páginas y se fue a la otra habitación donde tenía el teléfono, que estaba en una línea independiente a la del ordenador y llamó a casa de Peteco en Cuba. Yaiza aprovechó para decirle a Peteco que avisara a la familia de Hatuey del accidente que éste iba a tener en el ojo y de la muerte de su madre, para que ésta se lo comunicara a ellos, entonces René le contó, que en su ausencia, ya Hatuey había hablado de eso, y acto seguido le comentó también la teoría que mantenía Peteco sobre el tiempo, a lo que Yaiza respondió: -Pues mira Peteco, nosotros no necesitamos tanto dinero, así que después que hayas cogido unos cuantos premios, ya no me importa que se altere el futuro, lo que si quisiera es tener de nuevo a mi madre, aunque esté sin un duro. Y en eso rompió a llorar. Peteco, al ver ésto le dijo: -No te preocupes, que si me das el teléfono, yo mismo te llamaré para decírtelo. En eso regresó Hatuey con cara de pocos amigos, quitó del foco las pocas páginas que quedaban y le dijo a Peteco : -Mi hermano, no sé si debería decírtelo, pero acabo de dejar a tu madre llorando, porque al preguntarle por tí, me dijo que tú en agosto del 95, habías muerto ahogado al intentar salir de Cuba en una balsa. Peteco se quedó un rato en silencio, y luego dijo: -Bueno, lo que es evidente es que ya más nunca me montaré en ningún tipo de balsa. Así que díganme que tengo que hacer con estos números y vamos a pensar entre todos, como tengo que actuar para alterar lo menos posible su pasado, que ahora es mi futuro y por favor apúrense, porque presiento que la luz se va a ir en cualquier momento. Hatuey tomó la palabra y dijo: -Mira, en cuanto se corte esta conferencia, me llamas a aquí a Canarias, a este número. Y cuando estaba dando el numero, interrumpió René diciendo: -¿Pero en el 95 tú tenías ese mismo número?. -No, contestó Hatuey, en el 95 yo no tenía teléfono. Entonces, intervino Yaiza: -Yo si tenía en la oficina. Y le dió los dos números de la oficina y el teléfono de casa de su madre, luego Hatuey continuó diciendo: -Mira, tienes que decirme que haga las apuestas en distintas administraciones y que no las cobre hasta que tenga una cantidad elevada de premios, así el dinero no habrá cambiado de dueño y no ocasionará grandes cambios hasta que se cobre. Entonces preguntó Peteco: -¿Y cómo sabré yo, si estoy o no en un mundo paralelo? En eso Hatuey dijo: -Espera, creo que tengo una idea. Y se fué a casa del vecino que también tenía acceso a Internet y después de pedirle permiso a éste para utilizar su ordenador, buscó las noticias del periódico Granma de Cuba del día 30 de junio de 1995 y las imprimió. Lo mismo hizo con las noticias de ABC, El Mundo y otros periódicos españoles de ese mismo día y por último repitió el mismo proceso con las noticias de CNN. En lo que Hatuey estuvo haciendo ésto, René y Peteco siguieron conversando acerca de las teorías del tiempo, y como no se ponían de acuerdo, René sacó de su bolsillo el plano y el listado de componentes del acelerador y se lo puso a Peteco en la pantalla y luego le dijo: -Mira Peteco, si fallan nuestras teorías y en el mundo paralelo que vas a comenzar a vivir, no coinciden los premios de la lotería con los del nuestro, entonces, envíame este plano y estos componentes a mí, que yo buscaré la forma de que Hatuey me los compre y con este aparato creo que tendremos suficiente dinero para vivir muy felices los tres, para el resto de nuestras vidas. En ese momento llegó Hatuey con las hojas de las noticias impresas y se las fue pasando una a una a Peteco por la pantalla, en lo que René le contó la idea que había tenido con el acelerador y a éste le pareció muy buena. Entonces Hatuey le dijo a Peteco: -Peteco, cuando se corte esta conversación, espera al día siguiente y si estas noticias que te envío se mantienen iguales, es que no ha habido ninguna alteración en tu futuro, pero si cambian, eso querrá decir que estás en un mundo paralelo y entonces será casi imposible que volvamos a tener algún contacto. Peteco dijo: -Bueno, de todas formas yo mañana a las doce de la noche hora de aquí, que serán las 5 de la mañana para ustedes, repetiré la misma operación que hice hoy cuando iniciamos nuestro contacto, así que a esa misma hora, ustedes hagan lo mismo, a ver si volvemos a conectar y les contaré lo que ha pasado. Si no puedo, lo sigo haciendo durante cinco minutos hasta dar con ustedes…. Fum, se fué la luz en la oficina de Peteco en Cuba y se perdió la conexión. En la pantalla del ordenador de Hatuey, salió un letrero que decía que el interlocutor había cortado de repente, entonces los tres se imaginaron que había ocurrido lo que Peteco había estado previniendo sobre el corte de energía eléctrica. Ahora vamos a ubicarnos en el año 95 en Cuba, justo después de haberse cortado la conferencia. Peteco estaba muy contento, ya que se había cumplido lo que él siempre había soñado respecto al tiempo, y se puso a pensar en todo lo que tenía que hacer para que las cosas salieran lo mejor posible. Tres horas más tarde vino la luz, y éste lo primero que hizo, fue sacar la cinta de la cámara de vídeo y ponerla en la reproductora y se puso a ver una y otra vez la hora y media que había grabado, fijándose bien en todos los detalles. La vió tantas veces, que casi se la aprendió de memoria, y le surgió la primera duda, ya que no sabía cómo comprobar las noticias que le habían enviado del día siguiente, porque él no tenía forma de acceder a Internet, así que se sentó de nuevo en el ordenador y volvió a llamar a Infovia de España. Esta vez, después de comunicar, le salía un mensaje que decía …»para darse de alta en Internet rellene el formulario…» y en dicho formulario le pedían sus datos personales, como nombre, dirección, número de teléfono, y al final, el número de su tarjeta de crédito. Como éste carecía de tarjeta de crédito, decidió esperar al día siguiente que era lunes, para llamar a Yaiza y Hatuey y pedirles los datos para ver si, por fin, podía acceder a Internet. Así que se acostó en un sofá que tenía en la propia oficina y estuvo durmiendo hasta las tres de la mañana, que sonó el despertador. A esa hora, que eran las ocho de la mañana en Canarias, Peteco llamó a Yaiza, que se puso muy contenta ya que hacía tan sólo 15 días que lo había conocido en Cuba. Entonces Peteco le dió su número de teléfono y le dijo que era muy importante que Hatuey lo llamara urgentemente. Media hora más tarde, Hatuey llamó desde una cabina y lo primero que le dijo Peteco fue: -¿Tienes suficiente dinero?. -Unas dos mil pesetas, dijo Hatuey. -Pues regresa a tu casa y busca más dinero y algo donde escribir, porque aunque te parezca mentira, tengo que darte un mensaje tuyo desde el futuro. Además, necesito tu dirección y el número de tu tarjeta de crédito. Hatuey se hecho a reír y luego dijo: -Oye Peteco, yo siempre he estado preparado para escuchar que salieran de tu cabeza las ideas más increíbles, es más, desde que llegue de Cuba no hago más que pensar en todo lo que hablamos de la informática, de Internet y de todo lo demás. Incluso me he matriculado en un curso de Diseño asistido por ordenador. Pero este número que me acabas de meter, está demasiado fuerte, perdóname, pero creo que estás obsesionado y ésto te está haciendo delirar. -Oye Hatuey, yo no estoy jugando, hace unas horas estuve hablando por videoconferencia contigo, con Yaiza, con tu hija Liliana y con René, desde tu apartamento en el año 97. -Así que mi hija, que apenas sabe decir cuatro palabras, estuvo hablando contigo y nada menos que por videoconferencia. ¡Ay, Peteco!, estás de ingreso, me parece que has visto demasiadas películas americanas, y por cierto, ¿de que René me hablas?. -De el de la Lenin , el que jugaba contigo en el equipo de baloncesto. -¡Ah!, ¿y la tarjeta de crédito para qué es?. -Porque necesito entrar a Internet por instrucciones tuyas y para darme de alta me piden el número de la tarjeta de crédito, además, tengo que darte los números que van a salir hoy en la lotería española. -No, si seguro también me vas a dar el número de los ciegos, dijo Hatuey mofándose: -Pues mira, de los ciegos no tengo nada, pero si tengo los de la Lotería Nacional, la de los jueves y de la quiniela de fútbol, que las sacó Yaiza de los archivos del bazar de tu cuñada. -Ya ves, te cogí el primer fallo, porque el bazar es de mi suegra, así que te han informado mal y deja ya la broma y díme qué es lo que quieres, que se me está acabando el dinero. -Mira Hatuey, lo que quiero es que me creas y hagas las cosas que te he pedido. Como no había forma de convencer a Hatuey y Peteco en ese momento estaba mirando de nuevo el vídeo de la conferencia, lo echó un poco hacia atrás y detuvo la imagen donde salía la vista de la habitación despejada y le dijo: -Mira Hatuey, en el 97 tu suegra murió y el bazar lo lleva tu cuñada, además, para que te acabes de convencer, te diré que en tu casa tienes una habitación, donde hay en la pared un gran cartel del Hotel Nacional de la Habana, debajo hay una foto donde estás con Yaiza, al parecer en los carnavales, porque están los dos disfrazados, más a la izquierda, hay unos estantes donde tienes varios discos compactos y unas cajitas que dicen minidisk y son de marca Sony, también… En eso Hatuey lo interrumpió diciendo: -Mira, se va a cortar la llamada, te volveré a llamar dentro de veinte minutos. Entonces cortó y Hatuey se fué a su casa a buscar lo que le había pedido Peteco y más dinero para volver a llamarlo y aunque aún no creía lo que éste le había contado, no podía hallarle explicación a la descripción tan detallada que éste le había hecho de la habitación de su casa, ya que Peteco nunca había estado en Canarias. A los veinte minutos volvió a llamar a Peteco, que le esperaba impaciente. Le dijo la dirección y el número de la tarjeta de crédito, advirtiéndole que no tenía mucho dinero disponible y luego copió todos los números de la lotería de esa primera semana. Peteco también le dio su recado del futuro, aconsejándole, que hiciera las apuestas en distintos lugares y que no cobrara nada, hasta que no le avisara. Además debía llamarlo todos los días a esa misma hora, porque tenía miedo que lo echaran del trabajo, cuando llegara la cuenta de teléfono de la conferencia, que había durado casi cuatro horas. Hatuey, antes de cortar le dijo a Peteco en forma de broma: -Mi hermano, no te enfades, pero me faltan las cajitas de minidisk marca Sony. Luego de cortar, Hatuey que aún tenía sus dudas, se fué directamente al bazar de la suegra, al verla, a su mente vinieron las palabras de Peteco, por lo que cuando ella lo saludo dándole un beso como era habitual entre ellos, él se quedó unos instantes pensando si realmente podía ser posible todo lo que había escuchado unos instantes antes. Pero luego reaccionó con normalidad y puso la apuesta de la bonoloto de ese día, que por cierto, tenía un bote acumulado de 200 millones, tomando la iniciativa de poner una apuesta múltiple donde combinaba los seis números que le había dado Peteco con el resto de los números, para asegurarse, además del primer premio, coger también las de 2º, 3º, 4º y 5º categoría, por si acaso. Mientras tanto en Cuba, Peteco llamó de nuevo a Infovia España, rellenó esta vez la solicitud con los datos de Hatuey, y en pocos minutos ya le habían dado de alta en Internet y por fin pudo entrar a la red. Luego comenzó a buscar una por una, las páginas que tenía en su poder. Las noticias del periódico Granma y de los periódicos españoles les coincidieron plenamente, lo que supuso para él un gran alivio, pero al entrar en la página de la CNN se dió cuenta de que a pesar de coincidir también las noticias, existía una de más, que decía …que el día anterior a la misma hora que él había tenido la videoconferencia, los hakers se habían introducido en los archivos de Microsoft, robando una gran cantidad de ellos. Esta noticia, Peteco la interpretó como que ya se encontraba en un mundo paralelo y que no iba a coincidir jamás con aquél donde se encontraban viviendo sus amigos. De todas formas, esperó a las doce de la noche, y realizó la operación de conectarse varias veces a Infovía, sin que pasara nada. Lo que si consiguió fue pasarse varias horas navegando por Internet que, para él, era como descubrir un nuevo mundo. A partir de este momento, sólo le quedaba esperar por la llamada de Hatuey para ver si los números habían coincidido. Ahora su preocupación era que cuando le llegara a su jefe la cuenta de teléfono, lo más seguro era que lo echaran del trabajo, ya que, entre la videoconferencia y las horas que se había pasado navegando en Internet, suponía un total de más de 7 horas de llamadas internacionales, que en ese momento en Cuba eran bastante caras y sólo se podían pagar en dólares, o sea, que ya había consumido el presupuesto que tenía para tres o cuatro años. Como todavía le faltaba bastante tiempo para recibir la llamada de Hatuey y no tenía ni gota de sueño, se puso a pasar todos los datos que tenía grabados en el vídeo, sobre las combinaciones premiadas, al ordenador y luego los guardó en un disquete. Ahora su problema iba a ser, como pasarle toda esta información a Hatuey que aún no contaba, ni con ordenador, ni con correo electrónico y la lista era muy larga como para decírsela por teléfono. Ahora vamos a volver a Las Palmas. Al regresar Yaiza del trabajo, ya Hatuey estaba en la casa y ésta lo primero que hizo fue preguntarle que le había dicho Peteco. Este le contó toda la conversación, excepto lo que le había dicho de su madre, ya que como el hecho se produciría en el año 97, pensó que iba a tener tiempo de sobra para contárselo. Yaiza no le dió ningún crédito a la historia y como ella era quién llevaba la economía de la casa, lo que hizo fue enfadarse mucho con lo de la tarjeta de crédito. Aunque Hatuey le siguió insistiendo en el detalle de la descripción que le había hecho Peteco de la habitación, ésta se la rebatió, diciéndole que éste podía haberla visto en alguna de las fotos de la casa que ellos se habían dejado en Cuba quince días antes. Como Hatuey a partir de ese momento también se quedó con una gran duda, decidió no contarle lo de la apuesta múltiple, ya que le había costado más de veinte mil pesetas y el dinero para ésto lo había sacado de la propia tarjeta de crédito. Mientras tanto, Yaiza seguía recriminándole su actitud, poniéndole como argumento que él mismo le había dicho que Peteco era un tipo al que quería mucho, pero que estaba medio loco. Este le hizo ver, como si ya se le hubiera quitado la idea de la cabeza, que podía ser cierto lo de los números de la lotería. De todas formas, Yaiza que lo conocía bien , por la noche se fué a casa de su madre, donde se enteró del dinero que éste se había gastado. Así que al regresar a la casa, tuvieron una discusión muy fuerte, debido a que ella ya no sabía como enfrentar todas las deudas que en ese momento tenían encima, y que se les estaban uniendo a los gastos ocasionados por las constantes enfermedades de la niña, que en estos momentos tenía un año y tres meses. Por toda esta discusión, Hatuey no pudo ver el telediario, donde daban la combinación ganadora de ese día y entonces, a la mañana siguiente, en cuanto Yaiza bajó al trabajo, éste se fué a comprar el periódico y para su sorpresa, efectivamente, habían salido los seis números que Peteco le había dado. Así que, volvió a sacar dinero de la tarjeta y, llamó a Peteco como habían quedado. Peteco, al recibir la noticia, sintió un gran alivio y le reiteró que era muy importante que no cobrara el dinero, porque ya estaban en un mundo paralelo que aún no se había distanciado mucho del otro, pero en la medida de que ellos fueran variando los acontecimientos que ya habían ocurrido, se iba a ir separando cada vez más, hasta llegar a un momento en que la combinaciones no coincidieran. También le dijo que era necesario que se hiciera con un ordenador, para poder enviarle por correo electrónico el resto de los datos, pero Hatuey le comentó la mala situación económica en que se encontraban y le sugirió que se lo podía mandar por fax al trabajo de Yaiza. Peteco le contó los problemas que iba a tener con la factura del teléfono y la importancia que tenía que lo llamara a diario. También le dió el número de teléfono de su casa por si pasaba algo. Después Hatuey que aún no había comprendido muy bien lo que le decía Peteco de los mundos paralelos, lo primero que hizo fue llamar a Yaiza al trabajo y pedirle que saliera para irse a desayunar juntos. Esta, que aún estaba enfadada, bajó, ya que Hatuey la llamaba de una cabina, que estaba en la entrada del edificio de las oficinas de UNELCO y su propio domicilio, y se fueron los dos a un bar en la esquina. Cuando estaban ya sentados en la mesa, Hatuey le dió la noticia de que habían ganado más de doscientos veinte millones de pesetas. Esta no se lo podía creer, ya que ella se pasaba todos los meses pidiendo adelantos del sueldo para cubrir las numerosas deudas que tenía, así que le apretó las manos y se echó a llorar pidiéndole perdón por todas las cosas que le había dicho la noche anterior. Cuando ella empezaba a planificar la forma de empezar a pagar las deudas, Hatuey le interrumpió y le contó lo que Peteco le había dicho acerca de no cobrar el dinero, además le pidió que estuviera atenta al fax de su oficina porque Peteco le tenía que pasar una información. Cuando Yaiza regresó a su trabajo, Hatuey se dirigió al otro extremo de la ciudad y puso una apuesta con la combinación de ese día. Esta vez puso la apuesta sencilla, que sólo le costó cincuenta pesetas y después se fue a otra administración y puso otra apuesta, donde sólo había cinco números de la combinación ganadora, y esta operación la repitió en otras cinco administraciones de lotería distintas. Por lo que al día siguiente, además de haber cogido el primer premio, tenía seis premios de 3ª categoría y como éstos se pagaban a menos de cien mil pesetas, podía cobrarlo directamente sin ir al banco ni tener que dar su nombre ni su firma. Esto se lo comentó a Peteco por teléfono y como estuvo de acuerdo, con estas seiscientas mil pesetas se compró un ordenador y le dió el resto del dinero a Yaiza para que fuera cubriendo algunas de las deudas. Ya con el acceso a Internet, Peteco le pudo pasar a través del correo electrónico, el resto de los datos, el plano y el listado de componentes del acelerador, destruyendo Peteco todos los documentos originales, excepto la cinta de vídeo de la conferencia que se la había enviado a René en un sobre cerrado, diciéndole que no lo abriera a no ser que dejara de tener noticias de él. Estas medidas las tomó Peteco previniendo que fuera a tener algún problema en su trabajo y en el caso de René, para evitar que éste al ver la cinta fuera a hacer algo que cambiara bruscamente el transcurso de los acontecimientos. En Canarias, Hatuey estuvo más de veinte días comprando todos los premios de la lotería, la bonoloto, la primitiva y las quinielas de fútbol, hasta que salió una noticia en el periódico, diciendo que se había detectado que en la isla habían caído una gran cantidad de premios que no se habían cobrado y ya los medios informativos estaban buscando pistas de quienes podrían ser los agraciados. Justo después de ese día, los números dejaron de coincidir. Además, Hatuey tampoco pudo comunicarse más con Peteco en su trabajo, y al llamar a su casa, la madre llorando le dijo, que la Seguridad del Estado lo había detenido acusándolo de haber pasado información de la Academia al extranjero. Ese día, cuando Yaiza llegó del trabajo, Hatuey le contó lo sucedido con Peteco, diciéndole que se iba para Cuba, a contarle a las autoridades lo que realmente había pasado, para ver si podía sacar a Peteco de la cárcel. Yaiza se puso muy nerviosa y al ver que no podía persuadirlo, le dijo que por qué no iba a ver al director de la Caja de Canarias que era muy amigo de su madre y tenía un hermano que estaba trabajando en Cuba. Así que cogieron todos los resguardos de los premios, que sumaban mas de quince mil millones de pesetas y se fueron al bazar de Paquita, la madre de Yaiza. Esta, al darse cuenta que era de ellos de quienes se hablaba en el periódico y que ya era el comentario de todo el mundo en la calle, decidió llamar inmediatamente a casa del señor Manuel, que efectivamente era amigo suyo desde hacía muchos años, y ahora era el director general de la Caja de Canarias. El señor Manuel los recibió en su casa a las ocho de la noche de ese mismo día y al ver la cantidad de dinero de que se trataba, les dijo, que de la dirección de Hacienda de Madrid, le habían pasado una circular para que informara sobre cualquier ingreso importante, procedente de las loterías ya que sospechaban que podía haber algún fraude. Cuando Hatuey, que estaba bastante asustado, se disponía a contarle como había ganado todos aquellos premios, éste lo interrumpió diciéndole: -Yo no necesito saber nada, el banco garantizará tu completo anonimato, lo único que les pido para garantizar ésto y evitarnos problemas con Hacienda, es que no dispongan del dinero al menos durante tres meses, claro está, luego les pagaremos los intereses y el banco avalará cualquier transacción comercial que quieran hacer. Además, yo personalmente, les facilitaré el dinero o cualquier cosa que necesiten mientras tanto. Fue entonces que Hatuey, ya más calmado, le dijo: -El problema que tengo en estos momentos, es que necesito traer a un amigo que está preso en Cuba y que es tan dueño de ese dinero como mi esposa y yo. Por eso necesito algo de dinero para irme mañana mismo, si es posible, para allá. -Eso no es necesario, dijo el señor Manuel, mi hermano hace dos meses abrió la oficina de intereses comerciales de La Caja en la Habana y actualmente está negociando con el gobierno cubano, la repatriación de un grupo de canarios que viven en Cuba y otro de cubanos que han sido reclamados por sus familias desde aquí. Así que, tú dame los datos de tu amigo y véte tranquilo con tu esposa a vivir una vida normal y corriente, que mi hermano se encargará de todo. Hatuey le dió los datos de Peteco y también los de René. Luego el señor Manuel, les hizo firmar unos papeles y les dió un recibo por el importe total de los premios, aconsejándole a Yaiza que no fuera a dejar el trabajo por el momento. Después, éste abrió una caja fuerte que estaba en la cocina de la casa y les entregó un millón de pesetas en efectivo. Ya de camino a casa, Hatuey y Yaiza pararon en una cabina y llamaron a René a Cuba, el cual se sorprendió mucho y después de contarle lo de Peteco, René preguntó: -¿Puedo abrir el sobre que me dejó Peteco? -No, mejor que esperes a llegar a Canarias – Mi hermano, yo me acabo de casar hace sólo un mes y no me iré a ninguna parte si no es con mi mujer y mi madre. -Pues dáme los datos de tu mujer y de tu mamá. Recogidos éstos, se los pasó al señor Manuel que dijo que no había ningún problema. Quince días después, ya estaban todos juntos en Las Palmas y crearon una empresa asociada a la Caja de Canarias que se llamó Hatuey S.A. En muy poco tiempo desarrollaron su primera red local, ya que Peteco en los días que estuvo en la cárcel, había estado pensando en un nuevo sistema operativo. Por su parte René, al verse forzado a tomar una decisión tan importante, como la de abandonar su país, desobedeció a Hatuey y abrió el sobre, y al llegar a Canarias ya había desarrollado el acelerador, incluso, también perfeccionó la versión original para transmitir por el aire, mejorándola mucho. Hatuey, que era el que menos conocimientos tenía en este campo, se puso a estudiar todo lo que cayó en sus manos sobre Internet y las redes globales, para poder entender sin mucha dificultad, a sus dos compañeros cuando llegaran. Así que cuando estuvieron juntos los tres, les fué muy fácil ponerse de acuerdo. Hatuey Net, que fue como llamaron a la red, consistió en lo siguiente : Con el apoyo del Gobierno de Canarias, instalaron en la zona del Roque Nublo (la montaña más alta de la isla de Gran Canaria), una batería de más de doscientos ordenadores conectados entre sí, éstos a su vez, estaban conectados a un transmisor-receptor, que producto del acelerador mejorado que diseño René, enviaba y recibía gran cantidad de información a altísima velocidad en forma de láser, a un satélite muy pequeño que pusieron en órbita a baja altura, encima de las islas. Luego, éste enviaba y recibía otros rayos mucho más finos a cada una de las casas y empresas. En los techos de las casas había unos receptores transmisores inteligentes que apenas tenían 3 centímetros de diámetro por 2 centímetros de altura, que llevaban la información a las hiperterminales a través de fibra óptica. Las hiperterminales fueron los sustitutos de los ordenadores personales y su mayor novedad consistía, en primer lugar, en que no usaban disco duro, ni disquetera, ni tenían teclado, ni ratón. Sólo era una especie de pantalla de cristal líquido de diferentes tamaños, que se colgaba en la pared y llevaba dos pequeños altavoces a los lados. El sistema operativo que había diseñado Peteco y que se llamó «Peteco 95», se accionaba con la voz, aunque también, si uno lo deseaba, tenía la opción de escribir con los dedos en un teclado que aparecía en la propia pantalla, o accionar diferentes ventanas en ésta, usando un dedo como si fuera el ratón o un pequeño mando a distancia. Lo más importante era que los canarios, teniendo una de estas terminales en su casa o su empresa, que costaba menos de la tercera parte del precio del ordenador más barato que había en el mercado, tenían un super-ordenador, ya que podían usar todos los programas que había en la batería de ordenadores del Roque Nublo, que en realidad eran todos los existentes en el mundo en aquel momento. Además, podían establecer videoconferencias, claro está, con otro equipo similar, o con cualquier persona de otra parte del mundo que tuviera el kit de videoconferencia, sino, podías hablar normalmente por teléfono. Además, a través de éste, podías acceder a Internet o usar el correo electrónico, pero la mayor diferencia y lo que lo hizo muy popular en tan poco tiempo, es que se pagaba una cuota de diez mil pesetas al mes y podías usarlo todo el tiempo que quisieras, o sea, que te podías pasar el mes entero hablando con Japón o Venezuela sin pagar ningún extra y sin saturar la red. La otra cosa novedosa era que, una vez te dieras de alta, podías usar cualquier Hiperterminal, ya que ésta te reconocía a través de un escáner que realizaba la misma pantalla a la retina de los ojos al acercar la cara, siendo ésta la única forma de acceder a la red y a los archivos personales, sin importar en qué aparato se estuviera. En Canarias, el proyecto tuvo tanta aceptación, que en sólo unos meses hicieron quebrar a Telefónica, a las tiendas tradicionales de informática, a las de videojuegos y hasta a las dedicadas a la venta de televisores y vídeos, ya que a través de las hiperterminales se podía ver cualquier canal de televisión del mundo, y además, grabar cualquier programa con sólo ordenarlo con la propia voz. En resumen, a finales del año 95, en Canarias la vida era muy diferente que la del resto del mundo, incluso, se podían leer todos los periódicos y revistas a través de las hiperterminales y lo más curioso era que, por la noche, al uno mirar al cielo, las estrellas parecían atrapadas en una inmensa tela de araña, formada por miles de finísimos rayitos. Como no se hizo esperar la demanda exterior, Hatuey S.A., abrió diez grandes fábricas de hiperterminales y demás componentes por todo el mundo, siendo las mayores, las de Canarias, que tenían cerca de un millón de trabajadores y las que abrieron en Cuba, donde además, producían los satélites, que dió empleo muy bien pago, a cinco millones de cubanos. Como los satélites, estando cerrados, eran unas esferas de apenas cincuenta centímetros de diámetro, un solo transbordador puso en órbita cientos de ellos en diferentes partes del mundo. También crearon tres nuevas baterías de ordenadores, con mucha más potencia, ubicando una en las montañas del Tíbet, otra en el Pico Turquino de Cuba y la tercera en la cima del Teide en la isla de Tenerife. En junio del 97, ya Hatuey Net había sustituido por completo a Internet. Ya casi no se usaban los teléfonos, los televisores, los vídeos, ni los compactos musicales y empezaban a disminuir, notablemente, las tiradas de los periódicos, las revistas, y hasta los libros. Esto se debía a que las hiperterminales, en ese momento, ya eran capaces de leer, con voz sintetizada en todos los idiomas, cualquier texto que apareciera en sus pantallas. A través de la red se emitían todos los canales de televisión y de radio del mundo. Además, ésta le daba servicio de comunicaciones a la policía, las ambulancias, los trenes, los aviones y otros. También Hatuey S.A., que era ahora la transnacional más poderosa del mundo, acababa de enviar su primera sonda al espacio. Las fortunas de Hatuey, Peteco y René eran las mayores del mundo. Hatuey seguía viviendo en Las Palmas, mientras que los otros dos, se habían vuelto a instalar en Cuba, por lo que Las Islas Canarias y Cuba se habían asociado política, económica y socialmente.Convirtiéndose ésta última, en miembro asociado de la Comunidad Económica Europea. En uno de los pocos días libres que se tomó Hatuey en estos dos años, se fué a visitar en Gáldar, un municipio de la isla de Gran Canaria, a Hilario, quién seguía siendo uno de sus mejores amigos canarios, y éste en vez de desconectarse como era su objetivo, resultó que le dió la idea de crear la primera televisión mundial interactiva. En la misma, Hatuey inició un programa, que era una especie de forun internacional, donde trataba de ir corrigiendo todos los problemas sociales que se habían creado en el mundo por la implantación ya casi total de la nueva red, ayudando a reubicar a la gente que había perdido su empleo, utilizando para ello, su propia e inacabable fortuna. Además, permitió el acceso gratuito de todos los desempleados del mundo a la red, lo que hizo que «Hatuey Visión de Futuro» que fué como se llamó el programa, rompiera en poco tiempo todos los récords de audiencia, lo que provocó que, inmediatamente, recibieran la solicitud masiva de todos los bancos, y otras grandes entidades del mundo entero, de operar a través de la red. Todo ésto, unido a la quiebra de varias transnacionales y empresas norteamericanas, hizo que el 22 de junio del 97, el día del cumpleaños de Hatuey, ellos mismos hicieran hundirse un barco que tenían anclado en la base naval de Guantánamo, achacando la responsabilidad a Cuba, declarándole la guerra y al hacerlo, poniendo al mundo, a las puertas de la tercera guerra mundial Peteco y René reaccionaron rápidamente, reprogramando todos los satélites para que vigilaran los movimientos de las tropas norteamericanas, que estaban diseminadas en bases militares, por todo el mundo y se convirtieran en mortíferas armas defensivas en caso de algún ataque. Pero cuando llamaron a Hatuey para comunicárselo, éste les dijo que se reunieran con él en Las Palmas. Al día siguiente, estaban los tres en la mansión que tenía Hatuey en Playa del Inglés y pusieron una conferencia con el Presidente de los Estados Unidos, explicándole las medidas defensivas que habían tomado y, para sorpresa de todos, él mismo les comunicó, que no tenía nada que ver con la declaración de guerra, sino que había sido una operación del jefe del ejército con un grupo de empresarios, que se habían hecho con el control del país, poniéndolo a él, bajo arresto domiciliario y que se estaban preparando para usar armas nucleares contra Cuba y una parte de Europa. Entonces, Peteco le dijo, que les comunicara, que si disparaban algún arma nuclear, sus satélites las harían estallar en el aire, nada más salir, pero que la radiación iba a afectar a todos y contaminaría el medio ambiente en el mundo entero. Después de esta conversación, los tres con sus respectivas familias, estuvieron varios días discutiendo sobre qué podían hacer para evitar el caos que se acercaba, sin llegar a ninguna conclusión. El día 28 desde Miami, salieron más de treinta misiles nucleares hacia Cuba, que los satélites hicieron explotar automáticamente, nada más salir, lo que provocó un gran número de muertos y una gran nube radiactiva, afectando a toda la población de la Península de la Florida y dos horas más tarde, pasó lo mismo con varios misiles que salían desde Marruecos hacia Canarias. Entonces los tres se preocuparon más todavía, al ver la efectividad que tenían sus satélites como armamentos, y tomaron la decisión de tratar de introducirse, al día siguiente, en la conferencia que iban a tener los del mundo paralelo con Peteco en el 95, para así evitar que le mandaran la información, tanto de los números, como del acelerador, que era lo que había dado origen a este mundo alternativo, donde ellos habían sido tan felices y habían realizado todos sus sueños, pero que también les había llevado, con su propia tecnología, al borde del holocausto. Peteco preparó un sofisticado programa, que los conectaría simultáneamente a la misma hora en que se produjo la conferencia inicial, así que se sentaron todos en el inmenso y lujoso salón de la mansión de Hatuey, frente a una gigantesca hiperterminal de más de seis metros de ancho por tres de alto y cuando faltaba un minuto, en la pantalla comenzó una cuenta atrás. Cuando llegó el momento 0, la pantalla se dividió en dos partes iguales y a la izquierda apareció Peteco el del 95, al que llamaremos a partir de ahora Peteco 0; y en la parte derecha los personajes del mundo 1, cuando se estableció la conexión en el 97, apareciendo Yaiza 1 y Hatuey 1. Sin embargo, los monitores de los ordenadores de Peteco 0 y de Hatuey 1, también se dividieron a la mitad y en cada parte izquierda, aparecía el interlocutor. Pero las partes derechas donde debían aparecer los personajes del mundo 2, aparecían en blanco. Esto se debía, a que Peteco 2, lo había programado así para ganar tiempo, ya que su objetivo principal era, que los personajes del mundo 1, no llegaran a darle a Peteco 0, la información de las apuestas ni el plano del acelerador, ya que de esa manera, ellos no hubieran podido crear el mundo alternativo y éste desaparecería. En el momento en que Peteco 0 dijo: -Pues de 1995, por supuesto. Peteco 2, tocó un botón en su mando a distancia y aparecieron los personajes del mundo dos, en las partes derechas de los monitores de los otros, éstos al verlos, exclamaron a la vez : -¡Eh!, ¿Y ustedes, quiénes son? Los personajes del mundo 2 se sonrieron y Hatuey 2 dijo: -Bueno, en cierta medida somos sus hijos, porque vivimos en un mundo alternativo que crearon ustedes mismos con esta conexión. De paso, te felicito René 1, por tu gran invento, gracias a él, somos los tipos más ricos de este mundo, pero no nos ha servido de mucho, porque estamos al borde de la destrucción, precisamente, por eso llegamos al consenso de que debíamos alterar, por segunda vez, el pasado y dejar simplemente, que las cosas sigan su rumbo natural. En eso interrumpió Yaiza 1 diciendo: -Y en ese mundo, ¿qué nos ha pasado a mi niña y a mí? Y en ese momento salió Yaiza 2, con Liliana 2 y otro niño de meses en los brazos y dijo: -Me había quedado fuera de imagen, para ver quién preguntaba primero por mí, y para darte la sorpresa de Hatuysito. -¿Pero entonces, se puede viajar en el tiempo, como se ve en las películas?. Preguntó Yaiza 1, a lo que contestó Yaiza 2: -No, como en las películas que tú has visto, no. En realidad, no estamos viajando en el tiempo, porque para hacer ésto, tendríamos que alcanzar la velocidad de la luz, descomponiéndonos en un chorro de partículas y hasta el momento, aún en nuestro mundo tan avanzado, tecnológicamente, no podríamos recomponernos de nuevo. Sin embargo, las imágenes y los sonidos, que es lo que estamos viendo, no son más que información, y sí pueden transmitirse a velocidades aún superiores a las de la luz y volver a recomponerse a su estado original, y después del acelerador de René, ésto en nuestro mundo, es una práctica habitual, así que lo que está viajando en el tiempo es la información. Entonces Yaiza 1 empezó a llorar y Yaiza 2 le preguntó qué ocurría, a lo que ésta sollozando respondió: -Es que no sé que puede tener tan malo ese mundo de ustedes, donde a todos los veo tan bien. Además, a tí te veo tan inteligente, y sin embargo, yo aquí no sé ni cómo saldrá adelante esta familia, me siento tan bruta, que me da verguenza decir lo que estoy pensando, porque quizás no haya entendido nada. -A ver, díme lo que estás pensando : Le dijo Yaiza 2. -Lo que yo entiendo, es que ahora podría decirle a Peteco 0, que me avisara del accidente del ojo de Hatuey y de la muerte de mi madre, que ocurrió por no obligarla a operarse. En ese momento salió Paquita 2 y le dijo: -Mi hijita, no te avergüences, porque eres muy inteligente, ya que eso fué justo lo que hicisteis en la primera conferencia, lo que la información nunca volvió a llegar a tí, al quedarse Peteco 0, atrapado en este mundo alternativo. En eso interrumpió René 1, diciendo: -Por favor caballeros, yo también perdí a mi mujer, y lo interrumpió su mujer en el mundo 2, que venía acompañada, de su hijo y su madre, y dijo: -Sí, cuando fuíste a Moa, pero te repito lo mismo que Paquita, si se ponen a tratar de arreglar el pasado, lo único que conseguirán será crear otro mundo alternativo. Interrumpió Peteco 0 diciendo: -Todo esto es muy interesante, pero recuerden que yo estoy en Cuba y sin muchas alternativas, porque en cualquier momento se irá la luz, así que si tienen que decirme algo, apúrense. En ese momento empezó a desvanecerse la imagen de los personajes del mundo 2, y Hatuey 2, tomó la palabra y dijo: -Precisamente nos hemos introducido en esta conexión, para que no pudieran decirte nada, aún sabiendo que como ven, nuestro mundo dejará de existir. Como aún les quedan veinte minutos, tengo que pedirles que se abstengan de pensar en sus intereses personales, porque aunque no lo crean, su mundo es mucho más humano que el nuestro y como ya no podemos impedir que tengan el acelerador, por favor, no se lo envíen a Peteco 0 y analicen bien que van a hacer con él en su mundo, ya que el poder que éste puede generar, no puede estar concentrado en unas cuantas personas, por muy buenas y hábiles que se crean. En ese momento, en que ya estaba desapareciendo la imagen del mundo 2, se oyó la voz de Peteco 2, decir: -Peteco, no cojas la balsa porque vas a mooo…. y desapareció la imagen, a la vez que todo el mundo 2. En ambos monitores, las imágenes ocuparon la pantalla completa, y luego de estar un rato todos en silencio, Hatuey 1, dijo: -Peteco, no estoy muy seguro de lo que está pasando, pero por si acaso, copia estos numeritos. Y cogió el periódico, y cuando sólo le había dado las combinaciones de tres días… Fum…

PARA LA CONTRAPORTADA Esta historia trata de dos cubanos que estando en Las Palmas, en el año 1997, después de ponerle a su ordenador un acelerador diseñado por uno de ellos, logran, a través de Internet, establecer una videoconferencia con un tercer cubano, que estaba viviendo en Cuba, en el año 1995, y por la información que le envían a éste último, provocan la aparición de un nuevo mundo paralelo. Si después de leer esta historia, no se queda pensando qué haría si tuviera la posibilidad de poder mandarse un mensaje a usted mismo dos años atrás, entonces es usted una persona muy fría y en ese caso, puede escribirme al correo electrónico: osmel@arrakis.es, porque quizás le devuelva su dinero. Por supuesto, también estoy a disposición de cualquier comentario o sugerencia de aquéllos que simplemente hayan disfrutado con el producto de mi imaginación.

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