Profesor de Física de la Escuela de Monitores de Vento Pre (1969) y Subdirector Docente (1970-1972), Subdirector Docente General (1973-1978) y Vicedirector (1979-1980) de la Escuela Vocacional Lenin.
Estudios realizados: Licenciatura en Física
Profesión actual: Metodólogo General de la Escuela de Altos Estudios de Hotelería y Turismo.
“Inolvidables, la mayor experiencia de mi vida –confiesa- el haber sido testigo presencial de las conversaciones del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz sobre la Lenin, cinco de ellas en diálogo personal, y la última en el cuarto piso del Docente de preuniversitario, refuerza el calificativo inicial. De aquellos intercambios recuerdo aspectos de suma importancia que abordó, relacionados con nuestro centro:
-La necesidad de que los estudiantes aplicaran la vinculación del estudio con el trabajo mediante la realización de actividades productivas, tales como el ensamblaje de computadoras, radios, implementos deportivos y otros. Que para ello se construirían varias fábricas en áreas aledañas a la Escuela (1973)
-El nivel de preparación de los integrantes del Destacamento Pedagógico “Manuel Ascunce Doménech” con vista a seleccionar a un grupo para que impartieran clases en la República de Angola;
-La formación de cualidades positivas y valores que debían caracterizar a los egresados de nuestro centro;
-La cifra de la plantilla de trabajadores: 450 como máximo, es decir, que la relación alumno-trabajador fuera de 10 a 1.
Dado que el período previsto para la construcción de la Escuela se aceleró a fin de garantizar su culminación en el curso 1973-74, surgió la interrogante de cómo alcanzar la matricula para la cual estaba proyectada, por lo que había dos opciones: captar estudiantes en cada uno de los grados para completar la matrícula o realizar la captación en los grados inferiores, o sea, en el nivel de Secundaria Básica. Se tomó la decisión de aplicar la segunda variante, por la mayor posibilidad que daba la permanencia del estudiante para el desarrollo de las actividades vocacionales que en aquel entonces, ocupaban un tiempo importante en la formación de los alumnos.
De manera que en la etapa inicial de inicial de la escuela, la matrícula estuvo distorsionada, al tener que asimilar una cifra de estudiantes de séptimo y octavo grados, aproximadamente 2 500 estudiantes, mientras que la matrícula de la unidad de preuniversitario era muy reducida. Por tal razón la sección de Secundaria Básica ocupaba prácticamente todas las edificaciones docentes de la instalación, lo que dio lugar a la subutilización de varios locales especializados en algunos grados y el exceso de las horas de uso en otros, en dependencia con el Plan de Estudio vigente para cada grado.
En los primeros años la matrícula general estuvo cercana a la cifra de 6 000 alumnos, por lo que hubo que adoptar medidas excepcionales y convertir los salones de estar de los albergues en cubículos; así como alojar a las hembras, que constituían el mayor peso de la matrícula, en los edificaciones que estaban preparadas para albergar a los varones. Además, en esta etapa funcionaba en el centro una filial del Destacamento Pedagógico, donde recibían las clases los integrantes de nuestro centro y otros que laboraban en escuelas cercanas.
Este hecho y la poca experiencia que existía en ese momento, entre otros factores, contribuyeron a complejizar la labor de la escuela y a debilitar el trabajo educativo que venía realizándose hasta ese momento.
No obstante, quiero destacar algunas cuestiones que me han marcado definitivamente, como son: la abnegación y el interés de los estudiantes por participar de manera entusiasta en disímiles actividades; la modestia y sencillez que los caracterizaba; así como la calidad y dedicación del claustro.
Siempre he dicho que profesores y alumnos pueden, y deben ser amigos, siempre que no se traspasen los límites del respeto. En mis años de trabajo utilicé siempre el diálogo, para propiciar la reflexión. Nunca utilicé el maltrato, ni con aquellos que habían cometido una falta grave; la rectitud, la justicia y la exigencia, sin caer en extremos, originaron la confianza y el respeto que me prodigan hoy en día los alumnos, profesores y trabajadores de aquel colectivo.
En resumen, puedo decirte que mi experiencia laboral en ambos centros me brindó la posibilidad de conocer, compartir y trabajar con un conjunto de personas admirables y brillantes en todos los sentidos, que contribuyó también a mi enriquecimiento profesional y humano. Hoy, cuando me encuentro en cualquier lugar con alguno de los egresados me expresan su cariño, me satisface como fructificó la obra y, por último, siento la dicha de haber contribuido a que un sueño se hiciera realidad”.
En mayo de 1980, pasé a ocupar otras responsabilidades como cuadro en las direcciones municipales de Educación de Cerro y Playa.
En el año 2006 es oficialmente invitado a las actividades por el XXXII Aniversario de la Inauguración Oficial de la Escuela Vocacional Lenin. “Fue emocionante –nos cuenta-, volver a un centro al que le dediqué tantos años de mi vida, compartir con sus alumnos y profesores actuales muchas de mis experiencias de aquellos años y el reencuentro con compañeros de trabajo de los que no sabía nada luego de mi salida de la Lenin. A esta alegría, se le sumaría, posteriormente, la invitación a participar en las actividades por el 40 aniversario de la Escuela de Monitores de Vento, celebrados en el mismo año”.
Por todo lo expuesto anteriormente, se comprende que para Lázaro Cárdenas la Lenin continúa siendo un lugar entrañable e importante, de honda huella en su persona, una experiencia de la que asegura sentirse complacido y orgulloso, humilde y emocionado, cuando narra que uno de aquellos estudiantes, le dice ante su familia que él constituye un paradigma, por todo el afecto y dedicación que le brindó durante su etapa de formación.
Fuente: Proyecto Cultural Retorno(s)
Abel Molina Macías