Publicado en: Novatos (Órgano Oficial de la FEEM y la UJC del IPVCE V.I. Lenin) año 3 número 2, mayo 1999, páginas 3-4.
Uno de los problemas que más han preocupado a nuestro estudiantado históricamente es el funcionamiento de nuestros comedores. Hay que reconocer que ha existido un proceso lento de regeneración al menos en cuanto al trato brindado a los alumnos por los trabajadores que sirven la comida (más conocidas como tías); aun así existen deficiencias en este trato; en el comedor muchas veces no hay agua y no se le ha dado continuación a la idea de hacer más agradable la estancia en el comedor con música. Los estudiantes señalan también una no muy presentable imagen de la comida, en la cual te puedes encontrar todo tipo de impurezas. Podemos señalar también que los grupos de autoservicio no toman conciencia de la importancia del fregado de las bandejas, la cuales quedan sucias y con restos de comida.
Hemos visto con pesar –y este es un tema que preocupa a gran parte del estudiantado- la poca comida que sirven las “queridas” tías, que según dicen los comentarios reducen el espacio vital de los instrumentos para servir menos comida y así tener más para… Realmente no creo que estos comentarios sean del todo erróneos, ni verdaderos; lo que sí creo pertinente es plasmar aquí todo lo que alguien me señaló respecto al asunto: “El hambre es el mejor condimento”.
Necesario a la hora de enjuiciar esto es el planteamiento del Director de decimo grado, Luis Orlando Fornaris, exhortando al alumnado del grado a asistir al comedor tanto en el desayuno como en las otras sesiones, ya que diariamente al menos cien raciones de comida sobrante eran destinadas a la cochiquera. Esperamos, pues, que la comida llegue a todo el que la necesita – que somos todos- en la medida (no mínima) correspondida, que los cucharones de las tías retomen su forma natural y no tener que ir “al doble” (entre los que me cuento) para saciar un hambre que se torna “insaciable”.